Del registro y la Memoria
- Arte, Mapas y Gestión Rural
- 16 may 2020
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 12 jun 2020
Camilo Andrés Gutiérrez
Lo que llamamos memoria, está compuesta por imágenes, costumbres y acciones que nos llevan, ya sea a revelar, transfigurar u olvidar aquello que creemos que ya pasó, pero que nos atañe y configura nuestro presente. Reconocer nuestra memoria es re-conocer nuestros hábitos, nuestras costumbres y nuestras imágenes, para ello, nuestras formas de ver deben ser re-configuradas. El comprender y poder analizar un relato, una memoria, para resignificarlo y repotenciarlo implica dos fases de ESCUCHA, el ahora y el registro. El ahora, es decir, el momento preciso en el cual nos es compartida la memoria del otro implica una serie de componentes que son de vital importancia, para ver esto necesitamos una acción de concentración e implica además un compartir de expresiones corporales, de sentimientos, palabras y hasta experiencias previas que alimenten y enciendan el relato del protagonista. Una mirada puede hablarnos mas de la experiencia que nos es compartida que una serie de palabras. El compartir con el protagonista del relato, cómo lo escuchamos y dialogamos con este es de vital importancia, puesto que todos los detalles son importantes, y en un trabajo como el nuestro, mas que la teorización, lo importante es lo experiencial.
El solo dejar por fuera del análisis una expresión corporal puede cambiar por completo una experiencia. Un ejemplo es quien nos habla de un producto como la mandarina. No es lo mismo quien solo toma la mandarina para hablarnos de ella a quien toma la mandarina, la aprieta, la huele o hasta se la come; la interacción no puede ser igual con los dos protagonistas. Seguramente quien solo toma la mandarina puede hablarnos de una relación de consumidor, y quien interactúa mas con ella puede ser un productor, o nos pueda contar una experiencia familiar o personal con el producto. Este tipo de acciones del protagonista deben ser observadas y escuchadas por quien está compartiendo con él para potencializar o resignificar el relato, puesto que hacen parte del simbolismo del objeto, en este caso, la mandarina.
Todo este proceso de escucha amplía el margen a la hora de pensar en el ordenamiento territorial, puesto que toma en cuenta las experiencias, ideas y sueños sobre el territorio y el futuro que desean los habitantes, por medio de la escucha activa y consiente pueden aflorar hasta las mismas posibles soluciones, por parte de los mismos protagonistas de las problemáticas que se presentan en sus territorios. Esto evidencia que las formas comunes a la hora de acercarse a las comunidades, por ejemplo las encuestas, que encaminan las respuestas a una serie limitada de opciones dejan por fuera lo verdaderamente relevante, la experiencia. Los procesos mas comunes, entienden lo participativo como recopilar información de los protagonistas en cada región para reconfigurarla desde los entes de control, investigación o de gobierno, o desde la postura y miradas de la academia, pero estos procesos se realizan totalmente alejados de la comunidad y la devolución de la mirada resulta totalmente descontextualizada, alejada del trabajo, historia y sueños de dichas comunidades. Escuchar a los protagonistas y generar un dialogo permite unos resultados mas acordes a los propósitos de las comunidades y esto permite a su vez un mayor compromiso con los proyectos, con el ambiente, y se genera identidad y reconocimiento de las estructuras que conforman la vida del municipio y del valor simbólico de todo aquello que los rodea, y del sujeto mismo como protagonista de la vida e historia de la comunidad.
Pero el concentrarnos en el ahora deja por fuera otros factores que solo se pueden identificar con el tiempo, el reposo de la mente y otro tipo de concentración y de escucha. Para esto el registro se convierte en un elemento clave, puesto que nos permite diferentes formas, pausas y tiempos para analizar ya sea una experiencia, una denuncia o un relato. En procesos participativos como el que llevamos a cabo en Puente Nacional el registro va más allá de un testimonio frio del trabajo o una evidencia de la ejecución de las actividades, este material es fundamental a la hora del re-conocer para la re-configuración, no solo para el grupo de trabajo del proyecto, también para que los protagonistas puedan ver y analizar desde otra temporalidad sus propias acciones.
Pero para esto, el registro debe ser tomado con suma seriedad por parte del grupo de trabajo, y no como algo de formalidad o de complemento. El trabajo de registrar debe ser llevado a cabo desde varias miradas, enfoques y materias. A lo largo del proyecto, se pudieron realizar varios tipos de registros y cada vez se fue complejizando y entendiendo la importancia de este para el proyecto. Lo que empezó como un registro fotográfico fue mutando a un verdadero ARCHIVO de imágenes que ha llegado al punto de propiciar una revisión histórica sobre el municipio, su identidad y tradiciones. Para la resignificación simbólica, el registro es el elemento primordial, puesto que a partir de este podemos hacer una verdadera configuración y reivindicación de la verdadera identidad del municipio, de los elementos y recursos naturales que sobreviven y deben ser resguardados, de los que se han perdido y deben ser rescatados, así como las tradiciones y relatos históricos, muchos de los cuales han ido mutando y desfigurándose a través del tiempo y deben ser recuperados y repotenciados.
Para la resignificación simbólica no solo recurre al archivo de imágenes, también a la mirada de otro tipo de registros como el audio, el video, lo escrito y lo plástico. Esto es algo que trasciende de los procesos más comunes del trabajo participativo con comunidades, ya que la PALABRA de los protagonistas del territorio son tan o mas importantes que la PALABRA de los miembros del grupo de trabajo. La participación no solo implica la asistencia a una reunión o actividad, también el escuchar, registrar y dar relevancia a todas las experiencias. Cuando tenemos la oportunidad de darnos el tiempo de escuchar un relato, de leer una experiencia y observar una acción plástica llevada a cabo por los protagonistas, podemos hallar aun mas características y potencializar las acciones que se pueden llevar a cabo en el territorio, así como las conclusiones sobre los trabajos previos o las necesidades de la comunidad.
El registro no solo alimenta y potencializa la acción y resignificación de lo simbólico, también hace parte relevante del resto de contenidos del proyecto. Por medio de la realización y revisión de estos materiales, pudimos encontrar las problemáticas de perdida de recursos naturales, se pudo dialogar sobre las nociones de riesgo y cambio climático con los protagonistas y las nociones que la comunidad tiene sobre este tema, trascendiendo sobre estudios previos, muchos de los cuales simplemente, por no escuchar a la comunidad no ubicaban riesgos al regirse por rubricas preconcebidas.
El ahora y el registro reflejan las experiencias, las inquietudes, dolores y esperanzas de las comunidades, y la ESCUCHA de estos dos contenidos nos permite, como grupo de trabajo, un verdadero acercamiento y correlación con los protagonistas y por tanto, unos resultados acordes a las necesidades de las comunidades y la ejecución de verdaderas acciones transformadoras que revelan un verdadero ordenamiento territorial y a futuro, van construyendo una comunidad y un territorio libre y de esperanza.

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